En la Edad Media, sentarse en la iglesia estaba reservado al clero en la zona del coro. La sillería de los canónigos de la catedral, realizada poco después de 1363, muestra una gran riqueza de motivos en la talla, que, además de la muestra oficial de esplendor, permite conocer un mundo oculto y lúdico de imágenes. Después de la Reforma, con su concentración en la Liturgia de la Palabra, los fieles recibieron también asientos en la nave, hasta que ésta fue ocupada casi por completo por bancos y sillas en el siglo XIX. La sensación de espacio en la iglesia se redefinió significativamente por la disposición de los asientos.
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