Una ciudad llena de historias

Helen Liebendörfer, entusiasta guía de la ciudad, autora de libros históricos y doctora honoris causa por la Universidad de Basilea, conoce como pocos las historias de Basilea. «Aquí se descubren tantas cosas apasionantes que mi amor por esta ciudad no deja de crecer con los años», asegura Liebendörfer mientras nos lleva hasta el Ayuntamiento, la Marktplatz (plaza del mercado) y el promontorio de la Pfalz, donde disfruta especialmente rememorando épocas pasadas.

«Sea por mi conocimiento de hechos históricos como la ejecución de mujeres adúlteras en la Edad Media, sea simplemente por las amplias vistas sobre el Rin, la arteria vital de Basilea, el caso es que cuando cruzo el puente Mittlere Brücke casi siempre me siento nostálgica, pensativa, pero también orgullosa. Basilea esconde muchísimas historias, y en todos los rincones pueden encontrarse reminiscencias y recuerdos de épocas pasadas.

Solo unos cientos de metros más allá llego a la Marktplatz. Esta plaza donde antaño vendían su mercancía verduleras, fruteras y panaderas de Alsacia y la comarca del Markgräflerland sigue siendo un lugar de encuentro donde la gente se conoce, se saluda y se detiene a conversar. Me gusta dejarme aconsejar por mi “vendedora de confianza” antes de comprar los ingredientes para la cena: potaje de verduras con calabaza, tomates rellenos, ensalada fresca...

Después de comprar nunca dejo de visitar el ayuntamiento, el edificio de piedra arenisca roja que constituye el principal hito de la Marktplatz. En el patio interior se alza sobre su peana el —supuesto— fundador de la ciudad, Munatius Plancus. El destacado lugar que ocupa la estatua de este general romano en mitad del patio del ayuntamiento hace que muchos visitantes crean que fue el fundador de Basilea. Sin embargo, esto no deja de ser un mito. Lo que sí está demostrado es que fundó la colonia de Augusta Raurica, la actual Augst.

Algo que muchos tampoco saben es que el ayuntamiento oculta un “pasadizo secreto” accesible al público. El paso conduce de la Marktplatz a la Martinsgasse, en pleno casco antiguo de Basilea.

Pero yo prefiero pasear en la dirección opuesta hacia el Spalenberg. Aquí se concentraban antes los talleres de sastres, zapateros y sombrereros. En la actualidad, entre las antiguas casas del siglo XV podemos encontrar pequeñas boutiques, pastelerías y restaurantes. Me impresiona especialmente la tienda navideña de Johann Wanner, en la que desde hace medio siglo vende adornos navideños los 365 días del año.

Mi camino me lleva por la Barfüsserplatz hasta la fuente Tinguely. El artista suizo Jean Tinguely la creó en 1977, con sus diez esculturas que escupen agua, y dio así a la ciudad un nuevo símbolo. Las figuras representan a los actores y bailarines que en su día trabajaron exactamente aquí: y es que este era el antiguo emplazamiento del Theater Basel, que en 1975 fue sustituido por un nuevo edificio situado a unos pocos metros.

Uno de los edificios más antiguos de la ciudad es la catedral de Basilea, que acaba de cumplir 1000 años. Muchos de mis paseos me llevan justo detrás de la catedral, al promontorio del Pfalz, uno de mis lugares favoritos. Desde aquí puedo extender la mirada sobre el Rin, la orilla de Kleinbasel, los puentes sobre el río y las colinas circundantes. Y estoy segura de que aún me quedan muchas historias por vivir en Basilea.»